Salvador Dalí, uno de los referentes del surrealismo, no tenía notoriedad en el mundo del arte cuando se publicó, hace 100 años, el manifiesto de ese movimiento cultural que impulsó André Breton, recuerda Enrique Esteban Zepeda Vázquez, experto en México y certificador de la obra del pintor catalán.
A propósito del 120 aniversario del natalicio del polémico artista, que se cumple este 11 de mayo, el especialista habló con La Jornada acerca de la relación de Dalí con el arte, con sus contemporáneos y su pensamiento sobre el país.
En 1924, aunque fue uno de los grandes referentes posteriores, Dalí tenía 20 años y recién había entrado a la escuela especial de pintura y escultura de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, explicó.
Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí i Domènech nació en la ciudad de Figueras, en Barcelona, España, el 11 de mayo de 1904. Fue hijo de un contador y de una ama de casa religiosa, quienes impulsaron siempre su talento.
En 1922, se trasladó a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde conoció al poeta Federico García Lorca, la pintora Maruja Mallo y al cineasta Luis Buñuel, entre otros.
“Ahí se encontró también con quienes integrarían la Generación del 27. Dalí empezó a expandir sus horizontes y a crecer para romper con lo establecido; publicó en revistas como Amigos de las Artes y La Nueva Revista, y se enfocó en temas de vanguardia.
“Con García Lorca intentó publicar el libro Los putrefactos, catálogo de dibujos cuya intención era confrontar lo que denominaban ‘lo viejo o la burguesía caduca’. Esos ejemplares son tesoros que ahora están en colecciones privadas”, detalló Zepeda Vázquez.
Agregó que fue el pintor Joan Miró quien puso en contacto a Luis Buñuel y Salvador Dalí con Breton; ambos se volverían surrealistas en 1929 con el Segundo Manifiesto de esa corriente. Sin embargo, la cordialidad con esa vanguardia duró muy poco.