El despido de un investigador mexicano en Estados Unidos encendió el debate sobre los límites del uso de la inteligencia artificial en los entornos laborales. Aunque las empresas promueven su integración, casos como este muestran los riesgos que pueden enfrentar los trabajadores que la adoptan sin políticas claras.
El investigador mexicano Kevin Cantera, con más de 17 años de experiencia en una empresa de tecnología educativa en Las Cruces, Nuevo México, fue despedido luego de implementar herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT y Microsoft Copilot para optimizar sus tareas diarias.
Cantera utilizaba la IA para corregir textos, agilizar búsquedas y mejorar la calidad de los contenidos, siempre con supervisión humana. Sin embargo, tras un recorte masivo de personal, la compañía decidió despedirlo al considerar que la IA podría realizar buena parte de su labor con estándares aceptables.
“Nos habían asegurado que la integración de la IA no supondría despidos”, lamentó Cantera, quien recibió una indemnización acorde a sus años de servicio.
El caso generó discusión sobre la tensión entre innovación y seguridad laboral, especialmente en sectores donde la automatización ya afecta funciones intelectuales o creativas.
Expertos advierten que, aunque la inteligencia artificial mejora la productividad, la intervención humana sigue siendo clave para garantizar la calidad, la ética y la confiabilidad de los resultados.
Además, analistas laborales señalan que este caso podría impulsar un debate sobre la regulación del uso de IA en el trabajo, pues muchas empresas aún carecen de políticas claras para equilibrar su adopción sin poner en riesgo los empleos.
Los especialistas recomiendan que los profesionales busquen formación en el uso ético y estratégico de la IA, de modo que puedan aprovechar sus beneficios sin comprometer su estabilidad laboral