Oficialmente la presa se encuentra al 50% de su capacidad, pero los pescadores aseguran que apenas tiene un 30% de agua debido a que las mediciones no consideran el azolve acumulado
“Apenas si se ve un charquito”, afirma Gerardo Yáñez, pescador y guardián ecológico de la presa Luis Laureano León, mejor conocida como El Granero. Oficialmente, se encuentra al 50% de su capacidad, pero los pescadores aseguran que apenas tiene un 30% de agua debido a que las mediciones no consideran el azolve acumulado.
Esta presa está ubicada en el cauce del río Conchos, en el municipio de Aldama. Su construcción inició en 1963 y culminó en 1968. El embalse tiene una capacidad para albergar 284,382 Mm3, sin embargo, a la fecha solo cuenta con 141,663 Mm3 (49.8%), según datos de la Comisión Nacional del Agua. Este cuerpo de agua es fundamental para que la entidad cumpla con el Tratado Internacional de Aguas de 1944 entre México y Estados Unidos.
La sequía que enfrenta Chihuahua es cada vez más grave. A pesar de ello, la presa El Granero está contemplada para cumplir con el pago del Tratado. Tras las amenazas de Donald Trump de imponer aranceles, la presidenta Claudia Sheinbaum decidió pagar por adelantado enviando agua de varias fuentes.
El Granero es una estructura hidráulica diseñada para retener agua y disminuir el riesgo de inundaciones, construida para el control de avenidas. Con el tiempo, se desarrolló la actividad pesquera, que llegó a ser muy importante con una producción mensual de 6 toneladas de pescado fresco. Hoy, esta actividad está en declive; de los 35 pescadores que había, solo quedan 7 activos.
A lo largo de la ribera se desarrollaron actividades de agricultura y ganadería, utilizando el agua para el riego de cultivos, especialmente nogaleras y alfalfa en Falomir y Urrutia. Sin embargo, existen múltiples extracciones de agua irregulares.
El panorama es desolador y preocupante, ya que muchos pobladores han decidido emigrar ante la falta de empleo y medios para sobrevivir. El turismo, una de las actividades más redituables, también ha sufrido un fuerte golpe: en la pasada temporada vacacional de Semana Santa apenas se contabilizaron 35 autos.
En peores condiciones ha quedado
El Granero tiene una historia de 57 años, y su infraestructura ha contenido millones de metros cúbicos de agua. En 2022 fue la última vez que derramó, debido a lluvias atípicas que hicieron que las presas Pico de Águila y Las Vírgenes vertieran. Las descargas de ambas presas se conducen por el río Conchos y desembocan en la presa Luis Laureano León.
En agosto de 2022, estaba prácticamente seca, reportando solo un 12.8% de agua, cuando un año antes, en el mismo periodo, tenía un 33.8%. Con las lluvias de septiembre de ese año, la presa alcanzó el 154% de su capacidad, por lo que se tuvieron que realizar descargas controladas para evitar inundaciones.
La Comisión Nacional del Agua ejecutó un desfogue controlado de 350 metros cúbicos por segundo, reforzando bordos y diques en Ojinaga para proteger cultivos y poblaciones.
Con este desfogue, el río Conchos aportó la mayor parte del agua que México entregó a Estados Unidos. Actualmente, El Granero no cuenta con agua suficiente para cumplir con el Tratado, por lo que al culminar el ciclo...
No hay agua, turismo, ni agricultura
A 74 kilómetros de Ciudad Aldama se encuentra el entronque a la presa El Granero; desde ahí es necesario avanzar casi 20 kilómetros por un camino de terracería para llegar al embalse, no sin antes atravesar un poblado que agoniza.
Domingo Ríos, agricultor local, comenta que desde hace dos años no han podido sembrar maíz ni frijol debido a la falta de lluvias. Se trata de cultivos de temporal que han sembrado por años, pero que ya no les alcanzan ni para el consumo básico. “La lluvia hace falta para todos”, dice. Tras más de 30 años viviendo en el lugar, afirma que esta sequía también afecta los manantiales que utilizan para las labores domésticas. Además, el municipio de Aldama les envía una pipa de agua una vez por semana.
Los pobladores se abastecen principalmente de manantiales que dependen del soporte hídrico de la presa, por lo que su preocupación aumenta ante la continua disminución del agua. “Se ha bajado, pero sigue dando agua, aunque nadie sabe qué pasará más adelante”. De esos manantiales extraen 2 pulgadas de agua que conducen por mangueras, pero cuando el nivel baja, solo llega a 1 pulgada.
Domingo también tiene algunos animales —mulas, vacas y cerdos— a los que apenas puede alimentar, pues carece de recursos y apoyos para el ganado. Su hijo es pescador y con lo que obtienen logran sostener a la familia.
A finales de marzo se registraron algunas lluvias, pero fueron insuficientes ante la sequía prolongada y las altas temperaturas, que el año pasado llegaron a los 53ºC.
En tiempos pasados, la presa Luis Laureano León recibía mucho turismo, atraído por un ambiente tranquilo y la buena pesca. Actualmente, el turismo es muy esporádico. “El impacto es muy grande, porque en Semana Santa esperábamos un respiro económico, pero no llegó el turismo”.
Antes se rentaban lanchas, había un desponchado y una tiendita que vendía pescado frito, pero todo eso se ha terminado. En temporadas vacacionales previas recibían hasta 300 automóviles con familias completas; ahora apenas llega al 11% de esa cifra.
Las esperanzas están puestas en el Concurso de Pesca Deportiva del Club Tarahumara, evento que reúne a participantes de varios municipios y entidades, y que durante tres días de julio genera una derrama económica importante.
Pescadores se están quedando sin sustento
“Este señor (Donald Trump) quiere que paguemos, pero no hay agua”, señaló Gerardo, uno de los 7 pescadores activos. Añadió que a las autoridades no les importa dejar sin sustento a los pescadores. Las embarcaciones de pesca permanecen varadas, además hay veda para la pesca de bagre y lobina.
Gerardo Yáñez explicó que, aunque oficialmente la presa tiene casi el 50% de su capacidad, no se considera el azolve acumulado; la medición es la misma desde la construcción. “El azolve lo están contando como si fuera agua, en realidad tiene un 30% real”. Esta situación ha obligado a muchos pescadores a retirarse y abandonar sus viviendas en busca de medios para mantener a sus familias.
En la presa El Granero habitan especies como bagre, lobina, carpa y tilapia. Con la veda vigente para la lobina y el bagre, cada vez menos personas acuden a pescar, aunque se espera que tras el fin de la veda en junio, la actividad se reactive. El resto de las especies tiene poco mercado. La lobina, muy valorada, es buscada especialmente por los Menonitas de El Oasis; cuando logran capturar hasta 30 kilogramos semanales, la venden en un restaurante.
Antes, los pescadores extraían mensualmente 3 toneladas de carpa en bruto, 1.5 toneladas de tilapia, 1 tonelada de bagre y alrededor de 500 kilogramos de lobina, esta última más difícil de capturar.
Pescadores y pobladores coinciden en que el Gobierno Federal, al bajar el nivel del agua en la presa, está dañando el ecosistema, ya que los nidos de lobina quedan expuestos y pueden convertirse en focos de infección. Gerardo advierte que si el nivel de agua sigue bajando, los peces podrían quedarse sin oxígeno y morir.
“Hacemos un llamado a la gobernadora María Eugenia Campos Galván para que no permitan que nos quiten este patrimonio y nos dejen sin agua”, señaló Gerardo, recordando que antes, cuando la presa estaba al 100% de su capacidad, incluso el agua llegaba a pasar junto a su vivienda.
En el poblado de Chorreras la situación es aún más grave: el nivel del agua ha disminuido tanto que para pescar deben viajar 15 kilómetros. Sin embargo, el combustible es caro y los caminos son poco accesibles.
La sequía sigue implacable, y el municipio de Aldama está en sequía extrema (D3), por lo que se espera que las lluvias pronto se apiaden de esta tierra sedienta.
Información: El Heraldo de Chihuahua