Delicias tuvo durante años un rincón que de día pasaba desapercibido, pero que al caer la noche encendía luces, música y secretos: la famosa zona rosa, ubicada en los límites de la ciudad, era un sitio que muchos conocían pero del que pocos hablaban en voz alta… aunque seamos sinceros, más de alguno se aprendió de memoria el camino y todavía sonríe al recordarlo.

Este jueves 2 de octubre de 2025, un recorrido por el lugar deja ver lo que quedó de aquella época, pues entre hierbas silvestres, basura, llantas abandonadas y montones de escombro, todavía se distinguen los restos de los clubes que marcaron la vida nocturna de la ciudad: el Club Centro de Nosotros y el legendario Night Club, dos recintos que cambiaron varias veces de nombre, pero nunca de esencia.

Las paredes destruidas, techos colapsados y hasta rastros de incendio muestran que el tiempo fue borrando lentamente lo que en su momento iluminaba la madrugada, aunque en pie, permanecen las barras donde se sirvieron incontables copas, las columnas al estilo romano que daban un aire de grandeza, y los camerinos donde las bailarinas se preparaban entre plumas, lentejuelas y espejos.

También quedan huellas de los cuartos privados: reducidos espacios con apenas una barra y una cama de cemento, donde la pasión encontraba escenario discreto, pero que hoy lucen vacíos, con paredes rayadas en las que conviven dibujos cómicos, pícaros y hasta satánicos, como si cada trazo quisiera contar un secreto diferente de la zona rosa.

Para muchos, este lugar fue fuente de trabajo de meseros que sabían de memoria el trago favorito de cada cliente, músicos que amanecían con el acordeón en la mano, bailarinas que se convirtieron en parte de la leyenda y hasta choferes que hacían negocio llevando y trayendo clientes en cada jornada, pues fue, además de entretenimiento, un motor económico paralelo para la ciudad.

Los visitantes, claro, también pusieron de su parte: troqueros que llegaban de paso, grupos de amigos “nomás de curiosos”, empleados que después del turno buscaban desahogo, e incluso políticos que aseguraban ir de incógnito… aunque lo saludaban desde la puerta hasta la última mesa.

De acuerdo con Omar Rosete, hijo de quien en aquellos tiempos vendiera el terreno a la empresa cervecera que dio origen a este espacio, ya son más de 20 años desde que la zona rosa cerró sus puertas y con ello, quedó sellada una época que todavía hoy se menciona entre sonrisas maliciosas y anécdotas de sobremesa.

Hoy, lo que queda son ruinas, polvo y silencio, sin embargo, basta mencionar su nombre para que alguien en Delicias levante la ceja, suelte una risa y diga con picardía: “¡Cómo no me voy a acordar de ese lugar!”, porque aunque el neón se apagó hace tiempo, la memoria de la zona rosa sigue encendida en las historias que aún recorren la ciudad.

Mauro Moreno